Sistemas de tipo
de cambio fijo
- Patrón oro: Es el sistema de tipo de cambio
fijo más antiguo y famoso. Se introdujo por Reino Unido en 1840 y fue adoptado
por la mayoría de los países en 1870. Con este sistema las existencias
dinerarias están directamente vinculadas a las reservas de oro que posea su
banco central. De tal forma las monedas pueden cambiarse por oro cuando se
desee. El activo del banco central era en su mayoría oro y su pasivo eran
billetes y monedas en circulación.
Cuando varios países adoptaban el patrón oro
daban mucha estabilidad a los tipos
de cambio entre ellos. Sin embargo para corregir desequilibrios de cuenta
corriente implicaba entrar en recesión
(suponía reducir la cantidad de oro y la cantidad de dinero en circulación) lo
cual produjo depresiones y pánico en muchos países. El fin del patrón oro se
produce a finales de la primera Guerra Mundial.
- Bretton Woods: Este sistema se basaba en las divisas y en el oro. Surgió para intentar resolver los problemas del patrón oro, de
tal forma que permitió a los países
corregir déficits en la cuenta corriente a través de una nueva organización: El
Fondo Monetario Internacional (FMI).
El FMI prestaba oro o divisas para superar los desequilibrios que pudiera haber
en la balanza de pagos o cuenta corriente de un país. Este sistema se colapsó
en 1970 por muchas de las mismas razones que el patrón oro.
Otro tipo de cambio fijo es el vinculado: un país mantiene el valor de
su moneda en función de otra divisa (la de un socio comercial importante). Por
ejemplo, Dinamarca mantiene su moneda propia ajustada al euro.
Sistemas semifijos
Estos sistemas surgieron por los problemas de
los cambios de tipo fijo y buscaban la estabilidad cambiaria pero también
cierta flexibilidad para marcar objetivos económicos. Dichos sistemas se
caracterizan por permitir fluctuación aunque controlada. El sistema semifijo más
importante es:
- Bandas de
fluctuación:
Este sistema supone que mientras una moneda permaneciera dentro de una franja
establecida se le permitiría flotar. Si esto no ocurría el banco central del país debía ajustar los
tipos para mantener el cambio dentro de la franja. A este sistema se adhirieron
muchos países europeos antes de la creación del euro, de tal forma que se
establecieron unos límites a los tipos de cambio respecto al marco alemán.
No resulto tan estable como se pensaba y, por
ejemplo, en 1992 el marco alemán se aprecio tanto que muchos países se vieron
obligados a subir los tipos de interés para mantener sus tipos dentro de la
banda de fluctuación.
Existen otros tipos de sistemas semifijos
como es el vinculado a una cesta de
divisas en lugar de vincularse a una sola; el de objetivos de tipo cambio: similar al de bandas de fluctuación pero
sin compromiso de mantener el tipo de cambio dentro de la franja de
fluctuación; o mediante vínculo móvil
por el cual el banco central decidía apreciar o depreciar su divisa respecto a
otra.
Sistemas variables
En estos sistemas el objetivo principal no es
el tipo de cambio sino otros: estabilizar los precios, crecimiento económico,
etc. Aquí son los mercados los que hacen variar los tipos de cambio. Las
monedas flotan libremente respecto a otras sin más sometimiento que a la oferta
y a la demanda en teoría, ya que en la práctica los gobiernos actúan para
buscar un tipo de cambio concreto. Aquí tenemos la libra, el dólar, el euro
entre otras.
Imagen: mercado-divisas
Artículo también publicado en Qué Aprendemos Hoy
No hay comentarios:
Publicar un comentario